martes, 13 de junio de 2017

La tarjetita del Table Dance

Hoy, más o menos a las dos y media de la tarde, veníamos de regreso de la escuela mis hijos y yo y en un semáforo de Ave. Juárez (Puebla) un señor le dio en la mano a mi hijo de 14 años (que venía de copiloto junto a mí) una de esas tarjetitas de un table dance con todas las promociones de la semana.

Él empezó a leerla y cuando se dio cuenta de que se trataba, volteó a verme con cara de sorpresa. Aunque la primera reacción de ambos fue reírnos, empezamos a platicar sobre lo que significaba que se la hubieran dado a él –un menor de edad que ni si quiera podría entrar al lugar- en plena calle.



Vivimos en una sociedad, donde el uso y consumo de mujeres está normalizado… donde los hombres y jóvenes comparten entre ellos fotos y videos de mujeres desnudas de todas las edades y nacionalidades, masturbándose y teniendo sexo. Una sociedad que presiona a sus hombres (sutilmente desde que son niños) para que aprendan a satisfacer sus necesidades y deseos en cualquier momento, disponiendo y usando mujeres. Hombres que aprenden a jamás conformarse con un “no” por respuesta. Les dicen que es normal y está bien escoger a la mujer que les gusta y pagar por ella, como si fuera un objeto o mercancía. Los animan a ver mujeres en situaciones sexuales  violentas para que “aprendan” lo que es el sexo… y lo peor: en muchos casos la única educación sexual que obtienen los hombres en nuestra sociedad proviene de esos videos, fotos, table dances y de la pornografía. No es difícil entonces entender el porqué de tantas relaciones eróticas y emocionales con dificultades, disfuncionales, violentas, sin conexión afectiva, tantas mujeres insatisfechas (mujeres que jamás sienten un orgasmo), tantas violaciones y feminicidios.

Me niego a resignarme a que mis hijos se acostumbren a eso.

Me niego a que piensen que algunas mujeres eligen ser bailarinas o sexoservidoras y que entonces “está bien”, porque si fuera realmente una elección libre y segura, habría miles de mujeres (y hombres) haciendo filas para aplicar en la industria del sexo servicio, no habría secuestros de niños, niñas y jóvenes para filmarles o prostituirles, no habría redes de trata a nivel mundial ni por internet. Me niego a que cierren los ojos ante la violencia que existe ahí… que no se den cuenta que muchas personas son forzadas, chantajeadas, obligadas u orilladas a vender su cuerpo con el riesgo de recibir golpes, humillaciones y de que algún cliente les mate. No quiero que piensen que todas esas mujeres que aparecen en las fotos y videos que se comparten en mensajes privados sabían que las estaban filmando o están de acuerdo en que se compartan sus imágenes y pierdan de vista que podría ser un ex novio dolido, una pareja ocasional abusiva o un grupo delictivo que se toma la libertad de alardear, lucrar o desprestigiar con las imágenes PRIVADAS de ellas. 



Quiero que sepan que atrás de esas imágenes hay una persona (y tal vez familias completas) que pueden estar viviendo momentos terribles ante esos abusos y delitos.
Me niego a que mis hijos crean que el sexo es violento, humillante y para satisfacción y servicio solo de los hombres, no puedo quedarme callada ante esta realidad y necesito hablar con ellos (las veces que sean necesarias) sobre lo que implica que sigan habiendo consumidores que demandan sin reparo servicios de imágenes, videos, bailes, masajes y sexo. No me voy a quedar callada hasta que tengan claro el respeto por las personas (conocidas y desconocidas), hasta que sientan que es posible vivir una vida de pareja afectiva y erótica consensuada, plena, intensa, libre, respetuosa y sin violencia.




Les invito, madres y padres, a hablar de manera clara, honesta, sin tapujos sobre estos temas con sus hijas e hijos. No esperen a que cumplan 20 años, yo hoy aproveché lo que pasó para hablarlo con los míos (de 14 y de 8 años). Es vital mantenerlos a salvo de situaciones que no quieren, que pondrían su vida en peligro, de alejarlos de esas creencias tan aceptadas en la sociedad sobre la disponibilidad y uso de las personas. Necesitamos guiarles e informarles de manera seria y ética sobre lo que sí es aceptable y lo que no, para que puedan hacerse escuchar y dejar de ser parte de la violencia, los crímenes y los abusos que hay en torno al sexo. Estoy segura de que igual que yo, quieren para sus hijas e hijos relaciones de pareja sanas, funcionales, sin mentiras, sin engaños, sin violencia, sin humillaciones, tenemos que asumir nuestra responsabilidad como padres para aportar a su felicidad. No lo echen en saco roto por favor.


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