martes, 19 de septiembre de 2017

Desastres Naturales, Traumas, Intervención en Crisis

Tragedias y Desastres



Los desastres a los que nos enfrentamos a lo largo de nuestras vidas pueden presentarse de diferentes formas; ciertas condiciones climatológicas o manifestaciones de la naturaleza como huracanes, inundaciones, terremotos y erupciones pueden provocar panoramas de desolación y desesperanza. También existen enfermedades  que causan muertes masivas como el SIDA, el cáncer o virus desconocidos y también pueden considerarse como desastres las muertes violentas e inesperadas como resultado de un hecho poco común como un tiroteo, un asesinato o un accidente aéreo. 
Constantemente escuchamos en las noticias sobre eventos de este tipo en otros lugares, pero vivirlos en carne propia cambia la perspectiva. Los efectos emocionales que las tragedias y los desastres súbitos provocan tanto en adultos como en niños pueden ser devastadores; sobre todo cuando hay pánico generalizado, la información no es clara y la situación aún se encuentra fuera de control. Vivir un momento así implica un reto mayor para estabilizar nuestras emociones y poder hacernos cargo del impacto que produce en nosotros y sobre todo en los niños.
Con la finalidad de entender más claramente lo que sucede en nuestro interior durante una tragedia o desastre, hablaremos sobre algunas de las reacciones más comunes en los niños (y en los adultos) en los momentos de crisis.
La manera en que cada persona reacciona ante una emergencia, varía en forma e intensidad dependiendo de su temperamento, su personalidad, la manera en que ha visto que situaciones similares se desarrollan y la forma en que las personas que los rodean reaccionan en momentos parecidos. Pero hay algunas generalidades que nos permiten prepararnos para lidiar con nuestras emociones y las de nuestros hijos:
·          Falta de control: Por su naturaleza, los desastres son situaciones que no podemos controlar y en la mayoría de los casos no podemos hacer nada para prepararnos; la sensación de sentir que es imposible aminorar sus efectos puede ser avasallante. Cuando vivimos un evento que deja ver la fuerza de la naturaleza y simplemente estamos a disposición de sus embates, el impacto emocional es aún mayor. 
·          Perder la estabilidad: Sentirnos amenazados pone en duda la confianza en uno mismo y puede afectar el equilibrio mental por periodos prolongados de tiempo. Se pierde la percepción del límite de la tragedia y es difícil entender la dimensión de las consecuencias. El pesimismo y la falta de esperanza nos invaden y durante el desastre y los días siguientes pensamos que todo terminará irremediablemente en cualquier momento.
·          Reaccionar egocéntricamente: La reacción inmediata del niño ante un desastre incluye el temor a perder su propia seguridad.  Su intensa preocupación por lo que va a suceder y sus planteamientos de escenarios aún más desastrosos podrían parecerle exagerados a un adulto pero para el niño son reales y le resulta difícil anteponer las necesidades de otros a las suyas.  Los niños necesitan escuchar de los adultos palabras que comuniquen tranquilidad y seguridad.  Además, necesitan saber lo que va a sucederles como resultado del desastre.



Existe una similitud en las reacciones ante un desastre y en las que se tienen con otras pérdidas que generan un dolor intenso. En este caso también se hacen presentes emociones como la depresión, la negación y la ira. La forma en que se manifiestan varía de persona a persona; por ejemplo, un niño en edad preescolar, podría negarse a hablar de la situación, o podría hacer berrinches o payasadas cuando los adultos están hablando del desastre. Un niño mayor tal vez se retraiga y se aísle en su habitación o enfrente a sus padres descalificando sus reacciones ante el desastre. Un adolescente podría interrumpir a sus padres insistentemente para conseguir permiso de salir a divertirse con sus amigos.
Una vez pasada la crisis traumática del suceso, pueden presentarse síntomas típicos del estrés en niños y adultos. En el niño, los síntomas varían de acuerdo a su edad y madurez y es necesario buscar ayuda profesional si resultaran extremos o permanecieran de manera prolongada.

Síntomas de estrés en niños:
·          Niños en edad preescolar: Retroceso en el control de esfínteres, orinarse durante la noche,  chuparse el dedo, apego excesivo a los padres, inquietud al tratar de conciliar el sueño, disminución en el apetito, miedo a la oscuridad.
·          Niños en edad escolar: Agresividad, irritabilidad, apego excesivo a los padres, pesadillas, rechazo a la escuela, falta de concentración, aislamiento de actividades y amigos, pleitos frecuentes con sus hermanos o primos.
·          Adolescentes: Dificultades al dormir, pérdida de apetito, rendimiento académico pobre, síntomas físicos (dolor de cabeza, dolor de estómago), conflictos con los padres y con las autoridades, falta de interés en los amigos, agitación, falta de energía, irresponsabilidad, conducta delictiva o inaceptable.

¿Qué hacer?
·          No es fácil saber qué decir en momentos difíciles.  Si no encuentras las palabras indicadas para hablar con tu hijo, decirle que la situación está siendo verdaderamente difícil para todos, darle un abrazo y decirle que lo amas siempre tendrá un efecto positivo en él.
·          Esfuérzate por identificar sentimientos y emociones ocultos en lo que hace tu hijo y ayúdale a ponerlos en palabras. El saber que otros sienten la misma pena que él puede ser de gran ayuda.
·          Comparte con él cuando la intensidad del desastre disminuya, notifícale los avances que se van logrando y dile que hay autoridades y voluntarios que están tomando acción para ayudar a los afectados. Se sincero en cuanto a lo que sucedió, lo que va a ocurrir y al riesgo que existe para la familia. Resuelve sus dudas para mitigar su incertidumbre. Algunas veces les es difícil expresar su miedo y permiten que su imaginación magnifique lo que en realidad está sucediendo.
·          No niegues la gravedad de la situación. Decirle al niño que no llore porque todo se va a arreglar o que no pasa nada, de ninguna manera refleja lo que el niño siente.  Además, él sabe muy bien que por lo menos en el futuro inmediato no será así.
·          Ayuda al pequeño a saber qué palabras decirles a otras personas. El desastre coloca al niño en una situación abrumadora por no saber qué palabras de apoyo ofrecer al amigo que pierde un familiar en un desastre. Oriéntalo y guíalo para expresar de manera respetuosa y prudente su apoyo. 
·          Incluye al niño en la planificación de actividades que le puedan ayudar a manejar sus emociones y a recobrar dominio propio en su vida. Por ejemplo:
·          Encender velas o plantar un árbol en memoria de una muerte.
·          Recaudar fondos para las víctimas del desastre.
·          Hacer tarjetas con mensajes especiales para personas afectadas.
·          Hacer dibujos y colocarlos en la pizarra de anuncios de la escuela o del supermercado.
·          Redactar un cuento o poesía sobre el desastre para incluirlo en algún proyecto escolar relacionado.
·          Comunica a los maestros como ha reaccionado tu hijo ante la tragedia, infórmate sobre las medidas que han tomado en la institución para manejar el desastre.
·          Si hubieran servicios funerarios o servicios celebrados en memoria de los fallecidos, haz los arreglos necesarios para que el niño asista en tu compañía. Infórmale sobre lo que sucederá ahí para que sepa que esperar de dicha experiencia. Si tu hijo es muy pequeño para asistir, comparte con él también la dinámica, conocer lo que se hace al respecto puede serle útil para ir forjando sus posturas ante la muerte.
·          Permite que el niño descanse. Las emociones vividas pueden provocar en el niño mucha tensión y estrés que requerirán tiempo y relajación para reponerse.
·          Es probable que el niño necesite seguir hablando de lo sucedido tiempo después del desastre. Permítele hacerlo, eso ayudará a que continúe organizando su percepción sobre el asunto.
·          Si sufre alucinaciones, tiene recuerdos intensos relacionados con la experiencia, tiene pesadillas, lo notas aturdido o indiferente (falta de demostraciones de afecto y falta de interés), sigue inquieto, con dificultad para dormir, irritable o tiene sobresaltos exagerados por un tiempo prolongado, considera acudir a un profesional. La técnica EFT® resulta muy efectiva para tratar estos sentimientos.
·          Cuando el efecto del desastre haya disminuido, vuelve a las rutinas acostumbradas, aunque hubiera algún cambio programado, esfuérzate por mantener la rutina diaria por algún tiempo para restablecer el sentido de bienestar y seguridad en el niño.



Traumas

Se denomina Trauma a la consecuencia en la estructura mental o vida emocional de un individuo tras la exposición personal directa a un suceso que amenaza profundamente su bienestar, a una amenaza real o potencial de muerte o a un grave daño a su integridad física. También se puede presentar el trauma al ser testigo de un evento que envuelve muerte, daño o amenaza a la integridad física de otra persona; al enterarse de una muerte no esperada o violenta, de un daño serio, una amenaza de muerte o daño experimentado por un miembro de la familia o por otra relación cercana.
La respuesta al suceso envuelve miedo intenso, incapacidad para ejercer el control y horror. Además de esas reacciones, en los niños pueden presentarse negación, tristeza, ira, culpa y comportamientos agitados.
El daño afecta al sistema nervioso y también se presentan sucesos fisiológicos (diarrea, erupción cutánea, dolores de cabeza) y sensaciones y emociones extraordinarias (intimidación ante los estímulos normales del entorno, sentirse amenazado, ansiedad, temor y desesperación). Un trauma conmociona todo el sistema.
Los adultos y sobre todo los padres, tratamos de darle sentido a un acto completamente carente de sentido. ¿Quién está preparado para el hecho de que un hijo sea asaltado física o sexualmente, robado, atacado o involucrado en un accidente? ¿Quién puede estar preparado para el hecho de que un hijo sea diagnosticado con una enfermedad que amenace su vida, para un desastre natural, un ataque terrorista, un incendio o un secuestro?
Los traumas, ocurren de manera súbita, dejando poco tiempo para que niños y adultos nos preparemos física o emocionalmente. El impacto es fuerte y se requiere apoyo adicional para aprender nuevas estrategias para enfrentarse y lidiar con los problemas. Los padres y la familia cercana somos pieza clave para ayudar a los niños a recuperarse de un trauma. Necesitamos tomar la iniciativa y ser modelos positivos en cuanto a las estrategias de resolución de conflictos.




El impacto del trauma

La reacción de un niño varía de acuerdo a la magnitud del trauma, a su perfil y personalidad, sus herramientas desarrolladas para enfrentar los problemas y la posibilidad de obtener apoyo. Generalmente después del trauma, los niños tienen regresiones en cuanto a su comportamiento y rendimiento académico; pueden volverse más dependientes o apegados, infelices, tener pesadillas, trastornos de sueño, disminución del apetito y se hace evidente una mayor necesidad de atención y consuelo.
Una forma constructiva de ver la situación, es que es un niño normal ante una circunstancia anormal.

Síntomas asociados con el Trastorno por estrés postraumático
·          Volver a experimentar el trauma durante el juego o sueños: Dramatizar repetidamente con juguetes lo que sucedió, actuar (o sentir) como si el evento estuviera sucediendo de nuevo, angustiarse ante sucesos similares al trauma o en su aniversario,  tener sueños angustiantes relacionados con el evento.
·          Evitar recordar el evento: Tener dificultades para sentir emociones positivas, aislarse o tener comportamientos de timidez, evitar lugares, personas y actividades que le recuerde el trauma.
·          Excitación e intranquilidad: Dificultad para conciliar el sueño, interrupciones en el sueño nocturno, irritabilidad, sobresaltos y dificultades para concentrarse.




¿Qué hacer?
·          Ofrece seguridad al niño, es indispensable que se sienta protegido y seguro después del trauma. Dale amor, confianza, consuelo, cuidados y proximidad física. Dedica tiempo adicional para informarle cualquier cambio en su rutina y dale información adicional sobre eventos extraordinarios.
·          Escucha atentamente con empatía y paciencia lo que el niño tiene que decirte. Si el niño se resiste a hablar, pregúntale lo que piensa  de lo que otros niños pensaron y sintieron durante el suceso. Aliéntalo a compartir sus sensaciones físicas (olores, sonidos, voces, temperatura, etc.) antes de hablar sobre sus emociones.
·          Ten paciencia. Repetir muchas veces la misma historia sobre el trauma es parte del proceso de curación. Los niños necesitan contar su historia con detalles una y otra vez.
·          No subestimes la magnitud del trauma sufrido por tu hijo.
·          Proporciónale espacios para pintar, escribir, dibujar y hacer juegos de representación relacionados con el suceso. Dale juguetes que le permitan personificar la situación que generó el trauma (ambulancias, camiones de bomberos, equipo médico, etc.), de esta manera, el niño irá entendiendo mejor lo que pasó. Imaginar finales diferentes para el evento puede darle fortaleza emocional y ayuda a que se sienta más protegido después de una tragedia.
·          Ayuda al niño a entender que después de una situación así, es aceptable cualquier tipo de emoción o sentimiento. Explícale que es normal y esperado sentir ira, miedo, enojo, tristeza, vergüenza, culpa, dolor, abandono, etc.
·          Recordar el suceso, ayuda al niño a volver a estructurar sus emociones.
·          Sé tolerante. NO ridiculices los comportamientos, reacciones o relatos del niño. Es válido tener regresiones, es normal sentir un remolino de emociones. Recuerda que la mayoría de estos comportamientos son temporales.
·          Guía a tu hijo para corregir cualquier distorsión de la realidad, es común que los niños perciban conceptos erróneos acerca de las causas y naturaleza del trauma, sobre todo conceptos relacionados con sentimientos de culpa, desconcierto, vergüenza y miedo.
·          La terapia es una excelente opción para aprender más sobre lo que sucede emocionalmente tras un evento traumático, esto hará que la confianza se recupere rápidamente. Los amigos, médicos, consejeros, grupos religiosos y de ayuda son una fuente de apoyo y acompañamiento también. La técnica EFT® es rápida y efectiva en situaciones traumáticas.
·          Habla con el niño sobre lo que sucederá en los trámites y eventos posteriores al evento, cuál será su papel y lo que se espera de él, responde a todas sus preguntas con calma y serenidad. Para un niño, una cirugía, presentarse en la corte o ir a un funeral es algo completamente desconocido.
·          No dejes de divertirte y tener actividades placenteras con los niños, esto proporcionará un sentimiento de normalidad para ellos.
·          Comunica a maestros y autoridades escolares lo ocurrido para que sean comprensivos y tengan buena disposición para ayudar al niño.
·          Asegúrate de que tu hijo sepa que es posible sanar y salir adelante después de una situación o evento traumático sin importar su magnitud. Los mensajes que reciben de ti influyen mucho en su capacidad y destreza para resolver el trauma.
·          Que el niño sepa que también la situación está siendo difícil para ustedes como padres, puede ofrecerle comprensión y alivio emocional.
·          No mientas, se siempre honesto acerca de lo sucedido y lo que podría ocurrir.
·          Asegúrate de que los niños entienden la seriedad de lo que pasó. Permíteles llorar (pedirles que no lo hagan porque todo va a estar bien, solamente niega la seriedad de la situación).
·          Respeta los temores y sentimientos del niño. Obligarlo a abandonar sus miedos en pro de la valentía o la razón no funciona. Ofrécele ayuda para resolver juntos la situación.
·          Ayúdale a poner en palabras sus sentimientos, eso ayudará a que el niño interiorice lo que pasa y reinterprete sucesos y sentimientos de una manera positiva.




Existen muchos métodos para abordar y resolver las crisis, su objetivo es guiar a la persona afectada a reprocesar el trauma en un ambiente contenido y seguro. Si la familia toma la decisión de medicar al pequeño para controlar algún efecto traumático por recomendación de un especialista, es necesario que no se abandone la terapia emocional. El medicamento aplaca temporalmente los síntomas, pero por si solo no resuelve de manera definitiva el impacto traumático en el niño.
Intervención en Crisis

Crisis significa ruptura, es una situación complicada y sucede cuando nuestros mecanismos de adaptación han sido sobrepasados por una situación. A medida que nuestro nivel de estrés se eleva, el peligro se hace latente ya que nos volvemos más impulsivos y nuestros mecanismos de reacción y comportamiento se ven disminuidos de manera abrupta.
Las crisis normalmente ocurren después de cambios significativos o pérdidas en la vida de una persona, como el fin de una relación importante, una muerte, divorcio, reprobar en la escuela, cambio de ciudad o de país, bancarrota, un diagnóstico terminal, un accidente, un asalto, un nacimiento en la familia, la pérdida de la libertad, etc.
Las crisis son situaciones normales en la vida de una persona, son experimentadas por la mayoría de las personas y es posible adaptarse exitosamente a estos cambios. Dichas experiencias fortalecen la capacidad personal para manejar situaciones similares en el futuro. Tal vez sin darnos cuenta a lo largo de nuestra vida, hemos salido exitosamente varias crisis y hemos ayudado a amigos y familiares a pasar a través de ellas lo que nos ha llevado a desarrollar y perfeccionar maneras eficientes de manejarlas.
Durante una crisis, las personas actuamos de manera diferente a como normalmente lo hacemos. Las reacciones dependen de la naturaleza del evento que ocasionó la crisis, de nuestra capacidad de adaptación y de los cambios paulatinos o súbitos que se vayan presentando.

¿Qué hacer?
·          Para ayudar a que la persona en crisis recupere el balance, el primer paso es establecer contacto. La rapidez para evaluar el grado de alteración que está sufriendo, será determinante para decidir la estrategia de acercamiento. Se le puede tocar, sacudirla ligeramente, tomarlo de la mano, hacer contacto visual, ofrecerle una bebida, una manta o algo que lo reconforte y lo haga conectarse nuevamente con el lugar físico en el que está.
·          No juzgues. Para lograr entender la crisis de una persona, es mejor escuchar sin expectativas ni interpretaciones personales. Para que la persona hable sin reservas sobre lo que le está sucediendo asegúrale que no compartirás con nadie lo que platiquen (y no lo hagas a menos que su vida o la de alguien más corra peligro, o se trate de algún crimen en el que si callas te conviertas en cómplice. En esos casos, es tu obligación dar parte a la autoridad competente).
·          A menudo, las personas en crisis están nerviosas y sus pensamientos están desorganizados, les es muy difícil ser objetivos y definir el problema. Puedes ser tu quien los ayude a aclarar sus ideas y el problema haciendo junto con ellos una lista de las alternativas disponibles, sean lo más específicos posible.
·          Anima a la persona en crisis para que tome sus propias decisiones (no decidas por él), preséntale diferentes estímulos y opciones para tomar acción o dar el paso que necesita para comenzar de nuevo el proceso de adaptación y salir de ese esa sensación de estancamiento.

·          Ayuda en la investigación sobre información que pudiera ser útil en su situación como estadísticas, grupos de apoyo, asistencia legal, círculos sociales, etc. Tal vez la persona no esté en la mejor condición para hacer ese trabajo de manera eficiente y tú puedas ser el enlace o apoyo con esos recursos.



Lo que acabas de leer es un extracto del libro "Enseñando a los niños a enfrentar las pérdidas" de Amparo Bandera. Actualmente está dividido en 3 guías prácticas que puedes encontrar en formato digital por $50.00 c/u. 

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Los títulos que encontrarás son:






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